Las flores siempre han sido utilizadas por las culturas milenarias como un remedio para diversas dolencias y también como ingrediente en
infinidad de platos y bebidas.
Las encontramos en la gastronomía
griega, hindú, china e incluso europea, como por ejemplo la
col, la alcachofa o el brócoli.
En la actualidad existen más de 250 especies de flores comestibles identificadas en el mundo y cada una de ellas tiene sus propias características.
Su textura puede ser muy variada, carnosa, crujiente, … y sus sabores pueden ir del salado al dulce pasando incluso por los picantes.
Las flores comestibles no sólo ofrecen estética al plato, en realidad son una fuente rica en vitaminas del
tipo A, B, C, D y E entre otras y en proteínas y aceites esenciales.
Eso si lo mejor es adquirirlas en sitios especializados para evitar
consumir flores contaminadas con pesticidas.
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